sábado, 22 de septiembre de 2007

“Cambiar la nave para mantener el rumbo” por Claudia Lucero

Me atrajo de Carrió, en primera instancia, su valentía. Ser mujer y enfrentarse a todo con la verdad, una verdad irrefutable después de un informe de la Comisión que investigaba el lavado de dinero. En ese entonces, era gorda y la recuerdo un tanto demacrada, despeinada y sobre todo, eso, una mujer con una fuerza que avasallaba, una presencia que demandaba respeto por lo incuestionable. Entonces comencé a acercarme al ARI, al partido, en 2003 y lo primero que conocí fue a un grupo de personas, convencidas de que había que cambiarlo todo, que debíamos seguir a Carrió, porque era la mujer que se enfrentaba a la corrupción enquistada en el poder, ella sola, y además mujer.
Fui viendo cómo crecía, cómo ayudábamos en Mercedes a hacer crecer esta fuerza que pregonaba por encima de todo los principios, decir “basta” a todo y comenzar de nuevo, con nuevas prácticas, desde un lugar donde la dignidad de los desarmados se enfrentaba a todos los mecanismos del poder, porque era más fuerte. Y había que seguir, aún después de la aparente derrota; seguir porque la victoria era el camino… seguir peleando con la coherencia, con principios, por los que menos tienen, los que lo han perdido todo, porque nosotros también veníamos de la nada y estábamos en las sombras, sin representación política local, pero seguros, firmes en la convicción de que hay que dar batalla con la verdad.
Y había que imponer en el imaginario social que se puede hacer política desde abajo, que nosotros iguales a todos, sin pesos político específico podíamos continuar dando testimonio de no mentir, no robar, no usar al otro como práctica política.
Así fue que nuestros vecinos depositaron su confianza en nosotros cuando dijimos que había que cambiarlo todo y lo hicimos: consensuamos una lista donde iba una mujer como primera candidata a concejal porque hablábamos de que las mujeres debían ocupar lugares de privilegio; desconocida además, porque dijimos que había que proponer verdadera renovación, y encima, docente, porque dijimos que apostábamos a una construcción con quienes luchan desde siempre porque la educación sea una cuestión de estado, porque decíamos que la educación era el pilar sobre el que asentábamos nuestra plataforma. Entonces surgió mi nombre y todos creyeron; yo, en verdad, creí un poco menos en mí y pensé que era toda una osadía hacer lo que hicimos pero pensé que después de todo, era mi responsabilidad y debía contribuir a llevar adelante un campaña, sin nada, solo con nuestro capital humano, porque estábamos construyendo y lo importante no era el acceso a los cargos sino caminar ese camino. Focalizamos los recursos, los pocos que había, dimos cuenta de ellos ante la gente de lo que invertimos en la campaña y en las elecciones, fue la sorpresa, sobre todo para mí.
Obtuvimos una banca, por poco casi dos en el Concejo, y entonces fue la confirmación de que había que seguir por ese camino: continuar pregonando el contrato moral desde la tribuna que nos ofrecía la banca y el trabajo en lo público, con la causa de los desarmados, eligiendo representar a los sectores más desprotegidos, proponiendo políticas públicas que tendiesen a mejorar la calidad de vida de los vecinos y sobre todo controlando la gestión porque a eso sobre todo, nos habíamos comprometido en la campaña.
Transcurrió el tiempo y creemos no haber traicionado la causa, nos mantuvimos fieles a los principios que seguimos también en nuestras vidas privadas, siendo coherentes con lo que decimos y lo que hacemos, no sin equivocarnos, porque no sería totalmente fiel a la verdad si no lo asumiéramos, también cometiendo errores involuntarios en el camino de la buena fe y también con dudas.
Y de repente fueron sucediendo algunas cosas: Carrió iba con Telerman en Capital para la elección a Jefe de Gobierno porteño y la explicación satisfizo en su momento, pero no fue una buena impresión, había que explicar mucho esa decisión. Pero también fue Tierra del Fuego, el ARI ganó la gobernación.
Entre tanto, fuimnos instados sin consulta a conformar la Coalición Cívica y hubo que acomodarse para entenderla, digerir la propuesta de ser amplios. Algunos de nosotros no podían entenderlo, algunos hicimos el intento de comprender y convocar, y en la convocatoria, algunos continuamos sin sentirnos cómodos, obvio, no era el ARI, y la ebullición de mi ingreso al ARI en aquel entonces, con otra gente, ahora mis amigos.
Había que acomodar el discurso, porque se nos pedía que no figurara el ARI como ARI, se nos pedía perder nuestra identidad en pos de una construcción que se perfilaba demasiado amplia ideológicamente. Y ahí comenzamos a rebelarnos otros: ¿perder nuestra identidad? ¿Consensuar propuestas tan disímiles? Luego vino la propuesta de incorporar a López Murphy y aunque no se dio, la reconfirmación de Carrió de convocarlo si gana las elecciones. Debíamos consensuar políticas con López Murphy?, con la derecha? en la certeza de quedarnos en un “justo medio”? Dijimos que no. O somos lo que somos o no somos nada. Y nos fuimos, algunos de nosotros a seguir siendo lo que éramos, solos pero seguros de lo que no queríamos, porque estamos convencidos de que la causa no se abandona. Nos habíamos comprometido a llevar adelante los principios que nos había inculcado Carrió en otros tiempos. Sentimos que todavía hay que seguir dando la batalla por el cambio cultural, no hay que tomar atajos. Lejos está la sociedad de ese cambio en el cual valga la pena gobernar, porque la frase de Lilita era: “Si esta Argentina cambia no importa quién gobierne, ni no cambia, no vale la pena gobernar”. Y la situación imperante dista mucho de ser el ámbito propicio para ocupar cargos. Hay que seguir construyendo dando testimonio de que no importan los cargos, porque los cambios se gestan desde abajo, desde los bordes.
Y cuando estábamos resignados a seguir en el llano, nos convocan desde un nuevo espacio en el que se habla de las causas estructurales de la situación del país. Alguien continúa hablando de lo que hablaba Carrió: del derecho del pueblo a beneficiarse y gozar de sus recursos naturales, que dice no al saqueo del patrimonio público, al maltrato y a la estafa de los usuarios, no a la asociación de las grandes corporaciones económicas con los medios, no a la venta del país, sus tierras, sus recursos, y busca construir una sociedad que elige a los más vulnerables, y habla con otras palabras del derecho de los desarmados y se ubica clara y fuertemente en la centro izquierda para defender “la dignidad de los nadies” y se testimonia una posición política en una manifestación del arte, del cine que da cuenta de cuál es su posición en la vida y el lugar desde donde se mira.
¿Cómo dudar de cambiar de nave si el rumbo es el mismo? El ARI como ARI, tiene esos principios, el ARI en el que creo, por eso sigo siendo ARI, por eso dejé de creer en Carrió y voy a contribuir a referenciar un nuevo espacio que mira al Sur, como proyecto político, que encarna en el sur que también existe, como dice Serrat, a los desarmados, como acicate para continuar dando la batalla por el cambio cultural. Porque el sur somos nosotros, o los nadies con los cuales nos sentimos plenamente identificados, fiel a los principios en los que creemos y creo firmemente, desde abajo nuevamente, sin nada casi, pero completamente convencida de estar haciendo lo correcto.

También por Margarita, que hubiera sido la primera en estar en el Proyecto Sur, con nosotros.